12 agosto 2012

LA GRAN FAMILIA


Calorcito, pese a la tregua estival, a la espera del “ferragosto” y del “invierno”.
Cuando comenzó el chirimiri de medallas olímpicas, le dio por irse al más popular de los bandidos, Sancho Gracia, el eterno Curro Jiménez, el que robaba, a los franceses y a los ricos, para dárselo al pueblo. Justito lo contrario de lo que sucede ahora.
Aunque la nómina, y esos siempre cobran, de Bandidos, con mayúscula por la cantidad, sigue creciendo, porque por uno bueno que sale, entran decenas. En la empresa del bandidaje no hay listas de espera, ni de paro. Creciendo como los champiñones en los túneles de la línea Utiel-Baeza.
Por cierto, en estos momentos en los que han aflorado tantas obras inútiles, tantos aeropuertos sin aviones, tantas piscinas secas, que se construyeron en los años de fantasiosa opulencia, a todos los nostálgicos del franquismo, que los hay en estos tiempos de ahogo, cabría recordarles que en los años de la dictadura también se realizaron macro-obras que luego fueron macro-fracasos. Pero como no había oposición, porque se había laminado, como la prensa estaba amordazada y maniatada, el pueblo, que tampoco estaba para muchas roscas, no se enteró, o si se enteró, tragó y calló. Un ejemplo de aquel manirrotismo fue la línea férrea Utiel-Baeza.
Por allá arriba, hablaba de medallas olímpicas, y eso me lleva a otras cosas. El Gobierno de España, es mi opinión, debería de dirigirse, antes de que nos saquen a gorrazos de las candidaturas, al Ayuntamiento de Madrid, y muy seriamente  disuadirle de organizar los Juegos Olímpicos de 2020. Creo que España, Madrid se apoyaría naturalmente en España, no está ahora, ni lo estará en los próximos años, en condiciones de montar, dignamente, el tinglado que suponen unos Juegos. Una cosa es la ilusión, y otra muy distinta y muy distante es la realidad que es ahora muy cruda con España. Sosiego, y cuando se haya levantado un poco la cabeza, presenten la opción para el 2032 o sucesivos.
Estaba, en un principio, con lo de los Bandidos, con esas grandes familias que se lo han montado para vivir de los dineros públicos, generación tras generación, y pensaba en tantos apellidos, que me haría falta otra columna y la página de esquelas. Se enchufa uno y a partir de ese instante, la distribución de corriente, del erario público por supuesto, se derrama por todo su entorno. Maridos, esposas, hijas, nueras, yernos, hijos, sobrinos, amigos, amigas, entran a formar parte de esa clase, de esa "gran familia" que vive de la teta nacional. Y esto no hay quien lo arregle.

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