No tuve la culpa del desgarro en la espalda de
uno de mis amigos, ni del encaje de mandíbula de otro, ni del ahogo causado por
sus propias lagrimas de risa del tercero, ni del ataque de hipo del cuarto. Menos
mal que allí en corrillo solo estábamos cinco, y menos mal también, que
estábamos cerca de la puerta de Urgencias del Clínico.
Y es que a mis amigos unas palabras mías les
provocó un ataque de hilaridad, cuando les conté lo que pensaba sobre algunas
actuaciones que deberían llevar a cabo nuestros políticos. Y les dije las
diferencias entre esa austeridad que se presume y el rigor de verdad.
Vamos a ver, si en los días en los que nos
creíamos que llovían Mercedes y Ferraris, los políticos hinchaban pecho como
pichones y nos anunciaban con toda la banda de timbales y cornetas, que habían
conseguido, no nos decían que había sido a golpe de talón, tal o cual evento, que
las velas del mundo se pasearían por nuestras aguas, que las raquetas más
ilustres rasgarían el aire valenciano, que los jinetes y amazonas con más
portadas en el ¡Hola!, saltarían tocando el cielo capitalino, y semana si,
semana también nos mostraban toda clase de proyectos reflejados en esplendidas
maquetas, proyectos de los que nunca más se supo o su construcción está en un
estado de esquelético abandono. Si sufrimos y hasta nos creímos, tanta
fanfarria, ¿por qué ahora no dan también la cara? Ahora que la gravedad se
palpa con las yemas de los dedos. ¿Por qué la señora Alcaldesa de Valencia no
sale al Balcón o a los medios, para explicar a los vecinos que como no hay más narices
que recortar servicios, y les pide su colaboración en lo que sea posible? ¿Por
qué Rita Barberá no vuelve a salir al Balcón o a los medios y explica que no
hay más bemoles que recortar gastos en Falla, que ya vendrán tiempos mejores? ¿Cree
la señora Alcaldesa que no sería comprendida? Claro que si.
¿Y si los políticos lo hicieran así, atreverse a
sincerarse con sus ciudadanos?, ¿Qué les frena? ¿Miedo? Si no hay tras el 20N,
elecciones a la vista hasta tres años después.
Cuando expuse estas últimas preguntas fue cuando
mis amigos tuvieron el ataque de risa y les pasó lo que les pasó.
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