21 julio 2011

CERRÓ LOS OJOS

”Luego cerró los ojos y murió. Así, al cerrar los ojos y apagar toda la creación, murió”. De este modo tan limpio describe, Andrea Camilleri el tránsito de la vida a la muerte. Lo escribió en Maruzza Musumeci, traducida en España como “El beso de la sirena”. Busqué el párrafo para enviárselo a un amigo mío, por si acaso podía suponer un alivio en su dolor. No lo hice, él me leerá esta misma mañana.
Y hablando de amistades, ahora, a partir de ahora, Francisco Camps Ortiz, va a poder distinguir las enormes diferencias existentes entre conocidos y amigos. Ahora, a partir de ahora, y que por su bien que le valga para etapas futuras, medirá muy bien, a quien considera digno de ser reconocido como amigo. Y ahora, a partir de ahora, tendrá ocasión de seleccionar mejor los consejeros y podrá discernir sobre quienes pudieron actuar por egoísmo y quienes lo hicieron por lealtad.
Con tanto aluvión de noticias, con tantas precipitaciones hacia el abismo, con tantos disparos hacia arriba de la Prima de Riesgo, que todavía no sé muy claro que es, pero que acongoja mucho, ando esta semana, bastante abrumado casi, casi como la cosa esta de la meteorología.
Pero al mareo de las noticias, de los estruendos del Ibex, siempre a la hora de comer, se suma el escuchar las inquietantes y desconcertantes declaraciones de tirios y troyanos. Diría que menos mal que en la mayor parte de las veces no les hacemos caso alguno, porque si no sería como para salir zumbados hacia el desierto de Rub al Kalí, aunque suene a algo de Rubalcaba.
Cada vez que habla Joaquín Almunia, Comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea, es como si tronasen las trompetas del Apocalipsis, dicen que es porque aun no ha asumido el resultado de unas primarias del PSOE, de hace muchos años. “Esto se acaba. Ya no hay tiempo de nada”. Lo acaba de decir. Lo acabamos de oír. La tensión por los aires, casi como la Prima de Riesgo. Cortes de digestión. Al médico, antes que venga el copago.
Pero al rato escuchamos lo de la “chupadita” de González Pons. Y sigue el desconcierto ¿de qué va esto?, ¿un anuncio de helados? ¿una peli porno? ¿un párrafo del sumario de las aventuras y desventuras de un directivo televisivo?.
Al final, antes de que cerremos los ojos, nos iremos al dichoso desierto a disfrutar.

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