20 abril 2007

trabucos y trabucaires

Menos mal que por aquí no hemos tenido, como los estadounidenses, da pena que no rectifiquen sus errores, una “Segunda Enmienda”, a nuestra Constitución, que nos permitiera tener un Colt en la mesilla de noche, un naranjero en el salón y un Kalshnikov en el maletero del coche. ¡Menos mal que los trabucos de hoy en día, no están a la venta ni en los kioscos, ahora que en ellos se vende de todo, ni en eBay! Alabadas sean Santa Bárbara y alguna Santa Patrona más, por no permitirlo. ¡Pues no tendrían trabajo en las puertas de urgencias y los tanatorios, en estos tiempos agitados de confección de listas electorales en los que unos caen y otros caerán dentro de nada!. ¡Más de uno se iba a enterar de lo que vale un cargador!. Menos mal que las cribas previas a las listas, son cosas, este sí, este no, que pasan cada cuatro años y menos mal que dicen que las venganzas se toman en platos fríos, pues si fuera en caliente, algunos tendrían la boca más congestionada que la de la Yola Berrocal, porque hay que ver que “hartá”(lease “jartá”) de venganza que se han pegado. Ante las licencias del señorito, unos cuantos, tienen que haber sufrido mucho en silencio, mucho más que unos con hemorroides a la hora de tener que deponer una comida mexicana.

Viniendo al hilo de carabinas, rifles y retacos, pero en un sentido muchísimo más sosegado, gracias a los Dvd’s y a esta climatología tan puñetera que hemos disfrutado en los remojados puentes pasados, se me ha ocurrido, gran decisión, volver a ver “La escopeta Nacional”. La película de Berlanga y Azcona tiene treinta años, uno arriba, uno abajo. Parece que hubiese sido escrita y filmada hace cuatro meses. Su puesta al día es muy sencilla, solo tenemos que remplazar cuando oigamos “porteros automáticos” por “hágame una recalificacioncita”. Más actual imposible. ¡Que guión, que actorazos!. Para “La escopeta Nacional” no han pasado los años, al contrario el tiempo solo ha servido para darle solera y convertir una irónica crónica de los años setenta en una historia española de siempre. A quien se deje aconsejar, se la recomiendo, casi tanto como las chapatas que hace el hornero de Riu Blanch, que mira por donde es de Casinos y además cazador.

Fernando Martínez Castellano 18 Abril 2007

Publicado en Las Provincias 20 Abril 2007

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