07 abril 2005

capricho y amores

Estaba contando José Manuel las sensaciones que había experimentado en Sevilla, cuando, callejeando por la capital andaluza, percibió el penetrante aroma del azahar que bañaba las estrechas calles y plazuelas. “Serán muy bordes los naranjos sevillanos, pero le dan a su ciudad un olor especial”. Al final José Manuel nos preguntaba por la ausencia en las calles del Cap y Casal, del árbol al que tanto debe la economía valenciana, el que tanto representa a y para nuestra Comunidad. Y nos quedamos sin respuesta, pese a aquellos argumentos-excusas sobre la “pinyolá”, la mosca, la tristeza y no sé cuantas cosas más, plagas que seguro que tampoco deben de faltar en otros árboles ornamentales.

Coincidiendo en el tiempo, va y sale lo de los árboles del amor en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia. Al principio poca gente cayó con eso del amor. Había quien lo asociaba con lo del Capricho, el puente, como si capricho y amor pudieran llegar a confundirse. Menos mal que los concejales de la oposición, nos sacaron del error cuando nos dijeron que se trataba del Ceris Siliquastrum, y entonces caímos en la cuenta de qué iban los dichosos arbolillos que nos han costado como si estuvieran tan contrachapados con panes de oro como los palacios de los zares en San Petersburgo. El equipo capitaneado(¿por qué se dice capitán y no coronel o general?) por Rafa Rubio insiste, con el píe de rey en ristre, en la desproporcionada relación entre el diámetro de los troncos de los árboles plantados en la Plaza del Ayuntamiento y el importe de la factura de los mismos. La Concejala responsable contraataca con un metro de esos de toda la vida. Pero creo que aun nadie se pregunta si este tipo de árboles es el más apropiado para una plaza con superficie y usos tan trapezoidales y explosivos como es la mayor de nuestras plazas, si es tan solo otro capricho o es la consecuencia de un estudio que coordina espacios y vegetación ornamental.

Cuando se aclaren los asuntos de los escuálidos calibres y nalgudos euros, valdría la pena que no se guarden los metros y los píes de rey y empiecen a darse cuenta que Valencia se extiende bastante más allá de lo que se divisa desde sus despachos de Gobierno o de Oposición.

Fernando Martinez Castellano 7 Abril 2005

Publicado en Las Provincias

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