10 noviembre 2004

¿DONDE ESTÁN AQUELLOS EXPERTOS?




Tan solo hay que retrasar el tiempo nueve años, corría el segundo semestre del año 1995, E. Zaplana acababa de ganar las elecciones autonómicas. 
Por entonces, Valencia era una ciudad llena de expertos en música, heráldica, filología, a estos especialistas de repente se les sumaron cantidades ingentes de conocedores de la aeronáutica y la meteorología.
Con tal de cargarse la Torre de Comunicaciones, de la que ya andaba bien avanzada la cimentación, cosas del gobierno autonómico anterior, se movilizaron todos los “entendidos” con ganas de figurar. Desde constructores de cachirulos, pajaritas y aviones de papel, pasando por pilotos domingueros y enganchados a los vuelos simulados desde el ordenador de su casa, todo el mundo lanzó el oportuno “informe”, por supuesto en contra de la Torre de Calatrava, para que constasen en acta sus amplios conocimientos sobre el terrible peligro que suponía el pirulí valenciano. Se llegó a decir, que su altura atraería todas las descargas eléctricas de este lado del Mediterráneo, y por supuesto que todos los aviones que se entrasen-saliesen de Manises se rascarían el fuselaje con las agujas de la construcción. 
Todo y todos formando un coro con el fin de servir de “cobertura técnica” para justificar el cambio de un proyecto por otro. En el aire quedará la duda de que hubiera sido más rentable para la Generalitat, una Torre de Comunicaciones o el Mega Teatro de la Opera.
Con la presentación del manhattan valenciano, una de las maquetas más imaginativas que jamás se hayan presentado, no tenemos más remedio que preguntarnos qué es lo que ha cambiado para que lo que ayer era muy peligroso para el tráfico aéreo haya dejado de serlo, pese al sensible incremento de vuelos. Si no querías Torre, ahí te van tres o cuatro rascacielos. Se aduce que son unos cuantos metros menos de altura, pero se omite que se está más próximo al llamado “pasillo de aproximación”.
Tiene bemoles, que ahora se tenga que construir lo que no se construyó, por una decisión política disfrazada de técnica, para poder pagar lo que sustituyó, la muy espectacular Mega Opera que vete a saber lo que nos va a costar, a la nonata Torre de Comunicaciones.

         
Fernando Martínez Castellano
10 Noviembre 2004

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