03 noviembre 2004

arboles y bancos

Desde que se hicieron los primeros trazos en el papel, el Parque de Cabecera llevaba toda la pinta de que su destino estaba próximo a ser un cajón de sastre a lo grande. Allí se pretende meter de todo. Si no encaja, se forzará para que encaje, si “choca” con todo lo colindante, ya nos iremos acostumbrando, nosotros y lo colindante. Además de la zona de la colina, del lago y las cascadas, está previsto incluir, salvo ajustes de última hora, el Bioparc, un parque de atracciones, un aparcamiento, un centro comercial, quizás el Museo de la FIFA, tal vez la Esfera Armilar, un restaurante de muchos tenedores y un hotel con una constelación de estrellas junto a su nombre. Será pues cuestión de contemplar el todo de la actuación y cada una de las partes del puzzle. No anticipemos acontecimientos ni críticas a lo por venir y de momento disfrutemos de lo que ya está a nuestra mano, recreémonos en él, ahora que es Parque de Cabecera, antes de que sea Parque Comercial de Cabecera. Relajémonos por sus caminos, espantemos los abundantes mosquitillos(estamos en plena naturaleza) y dejemos a los políticos de la oposición, que vigilen y nos cuenten, el control de los disparados sobrecostes y las intervenciones de Rain Forest, empresa mimada donde las haya por las Administraciones Autonómica y Municipal.

Las distintas cotas del terreno, las caídas de agua le confieren una atractiva singularidad. Atrás quedaron las toneladas de maderas tratadas con la contaminante creosota y las que se pudrieron en el embarcadero, atrás debieron de quedar también los problemas de impermeabilización del lago, pero no el deterioro de algunos de los muros de piedra que se están deshaciendo, como mantequilla al sol. Esto de los desprendimientos de piedras, que pueden llegar a ser alarmantes,, puede ser consecuencia de dos cosas, una las repentinas prisas para inaugurar, otra los escasos medios dedicados al mantenimiento. Faltan bancos y sombras, sobre todo en la zona de los juegos, pero demos tiempo a que crezcan los chopos y se sustituyan aquellos que murieron y cortaron de los que solo quedan como testigos unos modestos y peligrosos tochones en medio del camino. Vale la pena verlo.

Fernando Martinez Castellano 3 Noviembre 2004

Publicado en Las Provincias

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