16 noviembre 2004

de paso

No sabes si fue la presentación del proyecto de actuación sobre la fachada marítima de Nouvel lo que precipitó que una semana antes saliera a la luz el Manhattan valenciano de Santiago Calatrava, si lo que sucedió fue lo contrario o si la prisa estuvo en las dos exposiciones y fuera la causa de que de ambas se espere la segunda parte. Tampoco sabes si fue algo más que el paisanaje lo que llevó a que las máximas autoridades autonómicas y locales, arropasen y bendijesen las maquetas de los rascacielos del arquitecto benimametense(¿estará bien dicho?), en contraste con la fría y distante acogida con que fue acompañada la muestra del proyecto de Jean Nouvel. No se trata a estas alturas de crear bandos con calatravistas y nouvelistas, no hay porque, pero algo me dice, que la estética de Nouvel resulta muy complicada para el gusto de los populares. Sean cuales sean las causas de los posicionamientos “oficialistas”, lo cierto es que el arquitecto francés, ha puesto sobre la mesa una actuación urbana completamente innovadora que abarca desde Nazaret hasta La Patacona.

Pese a que el papel es muy sufrido, las maquetas aun más y no digamos de las nuevas tecnologías aplicadas al diseño que parecen convertir las ensoñaciones en realidad, el proyecto de Nouvel te hace creer que es posible esa nueva Valencia, entendida como un todo, no como un “aquí te pillo aquí te mato”. La Valencia del futuro que deseamos, aunque no llegaremos a disfrutar de ella, no es precisamente la resultante de la suma de inconexos “PAIs”.

Además de Calatrava y Nouvel, Valencia se ha hecho muy apetecible, van a desfilar en los próximos años las estrellas muy rutilantes del urbanismo y la arquitectura. La ocasión la pintan calva, y ya que tendremos por aquí a Norman Foster, Renzo Piano, Frank O. Gehry, será el momento de que sacando nuestras raíces fenicias, les propongamos que en “el paquete de soluciones” nos incluyan, en un “llévese 3 y pague 2”, asuntos que por aquí llevan años enquistados sin resolver, como la dignificación de Plaza del Ayuntamiento(menudo bodrio nos ha quedado después de la última reforma) y los entaponados accesos a Valencia, retos muy superiores a rascacielos de 90 plantas.

Fernando Martínez Castellano 16 Noviembre 2004

Publicado en Las Provincias

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