09 agosto 2004

cotos y kikos

Aquello que se dijo, tras la ¿última? visita-tirón de orejas de Rajoy a los populares valencianos, que todo estaba superado, que la paz iba a reinar por encima de todos, que los trapos sucios se lavarían en el futuro en casa, que no se utilizarían las instituciones públicas como campo de batalla, que los nombramientos y ceses no se emplearían como armas arrojadizas, que no se jugaría con las divisiones provinciales, que no habrían ni familias, ni corrientes, ni sensibilidades, que no se hablaría del malestar interno, que no se sacaría a pasear el fantasma de la ruptura, que cantarían al unísono aquello de “prietas las filas....”, todo esto, y seguro que me vuelvo a quedar corto, se dijo por activa y por pasiva. Lo vieron, escucharon y leyeron, cuantos quisieron. Ahora bien, que creyeran que los hechos iban a coincidir con las palabras, ya es otra historia. Las buenas intenciones revoloteaban en el atardecer. Y duraron, lo que dura un atardecer en otoño, cuatro minutos. Lo que lleva a pensar, que Rajoy pinta menos de lo que parece que pinte, y sea él, el verdadero cuestionado.

Pero el culebrón que están representando los populares valencianos, desde hace meses, dura y dura aún más que el conejito rosa. Las tensiones que se iniciaron al día siguiente de la designación(¿algún día sabremos el “gran público” quien fue además de Aznar el designador?), a título de President, de Camps se han agudizado, desde la sorpresa-derrota de Marzo, hasta extremos insoportables en la convivencia de un partido, sobre todo si ese partido tiene que asumir que, en todo y en parte, está a punto de emprender(todavía a veces parece no haberlo aceptado) la marcha por el páramo de la oposición.

Demasiados meses de tensiones, utilizando los medios de comunicación como pared del frontón, están dando lugar a que se cuenten sotovocce, entre los conmilitones, más historias, con picardías sobradas, de las que se deberían contar y de las que ponen la paz popular por los cielos.

La penúltima maldad, nacida entre los populares es apodar a los zaplanistas y campistas, como los “cotos” y los “kikos” respectivamente. Los porques, les puedo asegurar que no son aptos para menores.

Fernando Martínez Castellano 9 Agosto 2004
Publicado en Las Provincias

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