01 octubre 2014

AHORA ¡NO TOCA!

Hay días, cada vez son más, en los que necesito reírme un rato. Es como un tratamiento, como las pastillas de la tensión. La risoterapia genera beneficios mentales y emocionales. Reírnos nosotros o ver reír a las personas próximas, nos produce dividendos añadidos. Incluso los hay que disfrutan aun más, pues el carcajear es la excusa que les permite mostrar el último pastonazo que se gastaron en las fundas dentales que les plantaron recientemente.

A lo que iba, cuando quiero reír, o sonreír en el silencio, busco en el reproductor, el video de Dolores Cospedal en el que intentaba explicar lo inexplicable, aquello de la simulación del despido diferido programado, que no era ni despido, ni diferido, ni programado. ¡Qué quieren que les diga!, el ser humano es tan cruel, que se desternilla con los resbalones de sus congéneres, desde los tiempos del padre Abraham, pasando por las películas de Keaton, Chaplin, Lloyd y un largo etcétera de insignes y otros no tan insignes, como es el caso de Mariló Montero y su empeño de estar en boca de todos, a base de meteduras de pata propias o guionizadas.

Ya que estaba en lo de reproducir videos para alegrarnos la vida, para mi, ha habido una escena, una de las muchas que nos han ofrecido las noticias durante esta última semana, que fue la comparecencia, por decir algo, de D. Jordi Pujol en el Parlamento Catalán. Una vez finalizada la comparecencia, presencia, declaración, bronca, amenaza del señor Pujol, se produjeron una serie de imágenes que me dejaron un tanto confundido.

Aquello era como un “deja vu”, lo había visto antes, lo había soñado, o era uno de esos inquietantes juegos que, en milésimas de segundos, te montan entre la vista y la memoria. Así estuve un buen rato. De repente ¡zaas!, se descifró todo, estaba claro esa escena ya la había visto, y millones de personas más la habíamos visto. Me había faltado la música de fondo, la música de Nino Rota.

Jordi Pujol, de pie, apoyado en la mesa, los parlamentarios afines, de CiU y adyacentes, saludándole uno a uno, algunos casi inclinando la cabeza, apretándole con las dos manos. Aquello era clavado a los primeros minutos de El Padrino, aquello era como la boda de la hija de Don Vito Corleone, solo faltaba la música, hasta parecía que Francis Ford Coppola estuviese dirigiendo el besamanos.  ¡Claro que me lo grabé! Para ver la escena del Parlament como veo la del Diferido Simulado y por supuesto las dos primeras partes de El Padrino. El cine imita la vida y la vida falsea al cine.

Todo esto, al margen de que las palabras de Jordi Pujol, me sonaran a vacías de sinceridad y llenas de amenazas a mucha gente.  

El viernes 26 de septiembre, No Tocaba decir la verdad. Ni en Barcelona, ni en Valencia, ni en Madrid, ni tampoco en Singapur. Como siempre, nos siguen tomando como a imbéciles.


Fernando Martínez Castellano
1 Octubre 2014 publicado en Las Provincias

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