28 junio 2014

A BOCADOS

Es preciso que llueva más, que el agua limpie el ambiente, que la lluvia neutralice tanta electricidad estática, que no nos rozamos y ya saltan chispas, que nos hablamos y segundos después nos tienen que meter en una caja Faraday para prevenir accidentes, que nos ponemos a manejar un teclado, de teléfono, tableta, u ordenador y brincan rayos y truenos.

La ira se concentra, y viaja desde las puntas de los dedos, a las teclas, y en el  otro lado de la pantalla alguien recibe, en toda la cara, la coz del mensaje, de la hiel vomitada, del cabreo con el mundo, de la mala leche, de una increíble falta de cultura.

Que llueva, que caiga tila del cielo, que llegue el pasotismo de las vacaciones, que el sopor del estío nos aplaque un poco a todos. A lanzadores y receptores.

Leer, por la mediación de Internet, los “comentarios” a cualquier noticia, a cualquier opinión, es como meterse en el túnel del terror recibiendo una turbión de escobazos cada dos segundos. “¡¡Hijo de mil meretrices!!” quizás es uno de los adjetivos más finos que uno puede recibir, si por una de estas es partidario de la opinión A, por parte de los seguidores de la opinión B, o C, o D. Es uno de los más finos porque la mayor parte de los “comentaristas” no se van con romances, escriben “mil putas” y tan tranquilos. Y mira por donde, eso lo teclean sin faltas de ortografía. Que nivel, que nivelazo de comentarios.

Dense un paseo por las noticias, por los artículos, que se están publicando a propósito de la venta del Valencia C. F.. Los que no están de acuerdo con la versión Salvo, son acusados hasta de haber intervenido en el crimen de Sarajevo, o en de Dallas, Dan ganas de marcharse a Manises y coger el primer avión que salga. Que manera de insultar, una amenaza detrás de otra, ahí sacan a padres, madres, esposas y lo que se presente, escondidos detrás, de lo que en su ignorancia, creen que les proporciona el anonimato del teclado.

No solo sucede con el fútbol, esto es en todos los campos que se puedan “comentar”, hasta en los cursos de calceta para hombres divorciados.


O calmamos tanta crispación, o finiquitaremos a bocados, todos caníbales, de verdad, no en la disputa de un saque de esquina.

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