En los últimos tiempos, quizás por las
convulsiones en la Comunidad Valenciana, he leído y oído muchas veces “Esto no
es Sicilia”. Como nunca he acabado de pillar la insistencia de la comparación, o
el temor que esa comparación cada día sea más cierta, me he hecho el ánimo de
ir de turista a la isla más grande del Mediterráneo.
En Palermo, visitaré el Spasimo, allí hay una
lápida recuerda que aquella nave gótica fue silo del trigo con destino Valencia.
Caminaré por “quattro canti”, cuatro chaflanes con enormes estatuas de los
reyes de España, Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Allí mismo visitaré
la Basílica de San Giuseppe y me aconseja Altea, que cuando me haya repuesto, me
dirija a la Chiesa de Casa Profesa, que tome aire, antes de que me vuelva a
hipnotizar el Barroco y la policromía del mármol. Iré al Teatro Massimo, en Primavera
las entradas para la opera cuestan 25 euros.
Y me sigue hablando Altea, de la Basílica de
Monreale, los mosaicos más impresionantes del mundo, y de San Martino delle
Scale, un bosque de helechos a ocho kilómetros de Palermo, y muy cerca de allí,
Portella Della Ginestra lugar que el 1 de Mayo de 1947 por la masacre de las
escopetas de Salvatore Giuliano y sus sicarios, pasó a la historia de la
infamia y arrastró aun más a Sicilia hacia su leyenda negra.
Altea, me describe los kilómetros y kilómetros de
trigo verde punteado con el rojo de las amapolas. Sicilia en primavera es la
antítesis de la imagen que se tiene de ella. La frescura del paisaje dará paso tras
la siega a los secarrales beiges.
Y las calas de mar transparente a las que aun no
ha llegado el ladrillo, solo oleadas de piedra pómez flotando. Y las puestas de
sol.
Y el Valle de los Templos en Agrigento, el
Barroco en Ragusa, Ibla, Noto, los Teatros griegos de Siracusa y Taormina. Y el
Etna vivo, eructando cada 10 segundos, y la luz de su fuego en la noche como
diciendo ¡aquí estoy, no os descuidéis!
Me pica la curiosidad. Voy a dejar leyendas a
parte, y estar preparado para cuando, allí, lea u oiga ¡Esto no es Valencia!,
pensaré que solo es un recurso fácil traído por el momento. Valencia aun es
Valencia, pese a muchos ineptos.
Fernando Martínez Castellano
11 Mayo 2012
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