Se preguntan ¿cómo es posible que hayamos estado
en las manos que hemos estado? Sobrevivimos. Un milagro Seguiremos adelante como
sea. Algo así, agita la cabeza de cientos de pasajeros del anegado Costa
Concordia. Reflexión que sacude a los aun no repuestos turistas, y también
revolotea sobre las cabezas de muchos miles más de ciudadanos con pasaportes
distintos, que sin embarcarse en un crucero de lujo, clavados en tierra firme, asisten
a otro naufragio aun más próximo. Día a día escuchan como se agrieta el casco
de un navío que parecía insumergible. Día a día quisieran tapar las vías por
las que penetra la inestabilidad. Día a día apelarían a todos, para que todos
cubriesen las irresponsabilidades pasadas, las maniobras innecesarias, las
superfluas exhibiciones, la insolencia de los acercamientos a la costa para un
¡¡ohhhh! y unas fotos, los brazos más largos que las mangas.
Saldremos de estas. Nos costará, pero saldremos.
Solos, acompañados, medio intervenidos, tutelados, saldremos. Nos recuperaremos,
porque aprenderemos de los errores cometidos. Porque nos seguiremos preguntando
¿Cómo es posible que hayamos estado en las manos que hemos estado? Y
rectificaremos. Y Rajoy, deberá alzar la voz, tendrá que hacer de De Falco de la Capitanía de Livorno.
Porque es que ….
A cuadros te quedas cuando escuchas, las insólitas
conversaciones de El Bigotes, ya todo un clásico de la historia trágico-cómica
de España, la verborrea, el empalagamiento, los adjetivos del gran agenciador
de las sombras valencianas.
Asombrado te quedas cuando reconoces la
característica voz del que fue, ¡ay, ay ay!, el segundo de a bordo del
Concordia valenciano, que igual le pedía, al de los mostachos, un móvil, cien
gramos de caviar, que una Consellería.
Rematas cuando te pones a pensar, sobre el poder
de influencia que debió de ejercer el señor Alvaro Pérez, al que alguien apodó
“El Bigotes”, sobre quien parece que mandaba en la Comunidad Valenciana hasta
hace unos seis meses.
Y entonces, comprendes porqué están muchas cosas
como están.
El ministro Arias Cañete va a solucionar, al fin,
los conflictos sobre los límites en las costas que van a quedar más claros.
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