Hacía tiempo que no nos veíamos. En la mañana del
jueves, nos cruzamos en medio de uno de esos inacabables pasos de peatones del
manifestodromo de Valencia, calle conocida anteriormente con el nombre de
Xátiva.
Mi amigo va de “don ocupado” siempre fue, y sigue, con prisas. Como
saludo me hizo una pregunta “¿No crees que tantas y tantas veces se ha llegado
a cuestionar, incluso desde los medios más de derechas, que la calle no hervía
con la misma intensidad con la que subían las cifras de paro? Nombramos tanto a
“la bicha”, que “la bicha” ya ha despertado y nos van a hacer falta muchos
encantadores y muchas condiciones positivas para reducirla”. Siguió hacia el otro
lado. Luego, desde enfrente me hizo gestos de que me telefonearía.
Allí estaba yo, plantado al pié de la Plaza de
Toros, con la duda, por el chirimiri, de abrir el paraguas, repasando lo que,
en unos segundos, me había soltado mi amigo.
Efectivamente, hemos temido, ya desde hace meses,
que en medio de manifestaciones reivindicativas, formadas por ciudadanos que,
de manera pacífica, mostraban su rechazo a tantos recortes incomprensibles como
se están produciendo, a tanto choriceo que ha asolado a este bendito País, a
tanta desvergüenza que ha sido la causa de que le rasquen y aun más le rascarán
el bolsillo por culpa de unos incompetentes de derechas o disfrazados de
“izquierdosos de toda la vida” que cuando salieron de la guardería se subieron
al coche oficial y no hay manera de apearlos, indignados al darse cuenta de que
han sido y serán, marionetas suspendidas de unos hilos que vete a saber quien
maneja, espantados por saberse engañados, anegados de incertidumbre, con todo, temíamos
que bárbaros, emboscados, camuflados en la multitud, descargasen su rabia
contra todo y contra todos, e hiciesen que su extrema violencia, descalificara
el justo clamor popular.
Salí de mis pensamientos, cuando un par de sujetos
a lomos de otras tantas bicicletas-tanque de esas que se alquilan por cuatro
perras, haciendo eses en plena acera sembraron el pánico entre los confiados
peatones. Pero aquí y ahora las bicis, los ciclistas, son como los políticos, intocables.
17 Noviembre 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario