El
actor francés Gerard Depardieu en un alarde de protección de su cartera, ha mudado
su residencia a Bélgica.
Les
refresco la memoria, recuerden a Depardieu caracterizado, poco había que
retocar, de Obelix, con unos pantalones sobaqueros de rayas anchas, abrazado a
un complaciente y espléndido Francisco Camps, en los estudios de la Ciudad de
la Luz, el fallido Hollywood alicantino. ¡El dineral que nos debió costar a los
valencianos aquel gesto y aquella foto!, ¡El pastón que debe de haber
enterrado, en esta España gimiente, en páginas de álbumes de recuerdos en
compañías de todos los pelajes!
A
lo que iba, la opinión publica y publicada francesa tienen un cabreo fino con
monsieur Depardieu. La France, que llenó de condecoraciones al actor en el que
están inmersos la grandeur, la grosseur y le grossier, está que trina y lo dice
a los cuatro vientos, de estas impresentables, insolidarias y miserables
actitudes de los individuos que cuando les ha convenido se han envuelto con la
bandera patria y en estos momentos en los que hay que arrimar el hombro, porque
en todas partes hay que arrimar más que el hombro, ponen fronteras por medio
con tal de aportar a la hacienda de todos, menos que nada. La cosa es que
Depardieu no ha sido el primero en huir, ni será el último.
Lo
malo es que, lo que ahora enerva a Francia, en España ya apenas nos llama la
atención que afamados paisanos a los que hemos cubierto de honores y llenado las
alforjas, refugien sus cuentas millonarias en islas caribeñas, en la verde
Suiza, en la duty free de Andorra, en el minúsculo Liechtenstein, o vete a
saber en que Olimpo fiscal. Y en ese saco de insignes “patriotas comprometidos
con los duros años que está viviendo su País”, hay de todo, de todo demasiado, hasta arquitecto fotocopiador.
Y
si hace unas semanas desde el Gobierno Central, se planteaban otorgar la
residencia española a aquellos que compraran alguna de esas viviendas que
sobran a miles ¿Por qué no nos planteamos una medida a la inversa, para
aquellos que echan a correr lejos de las ventanillas de la Agencia
Tributaria?
¡Ay
patriotas de pega!, este País, que hasta os admiró, se excedió en daros laureles,
oropeles y euros. Ya pueden ir devolviendo.
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