España es un país único y no digamos Valencia. Somos
“diferent” en todo. Tanto en el invierno más crudo, como en el verano más seco
y caluroso. A la nuestra.
Agotada la serpiente del lago Ness(Escocia le cae
tan lejos a Telecinco), exprimidos los guirigáis hogareños de las colaboradoras
de Mediaset, este verano la estrella, el no va más, ha sido el Eccehomo y la
restauradora. La noticia este año ha llevado a Borja. Los bares del pueblo han
hecho el agosto. Y el papanatismo nacional también. La chapuza de doña Cecilia
ha recorrido millares de televisiones, y millones de telespectadores de todo el
mundo se han escandalizado ante el atrevimiento de la voluntariosa anciana
restauradora. Equipos de restauradores, dicen que de los de verdad, se dirigen
hacia el municipio zaragozano que duda si dejar la cosa como está y seguir con la
fama o arreglar aquello un poco.
Por aquí, a trescientos y pico kilómetros de
Borja, los “bous al carrer” también han hecho su agosto, con unas cuantas
victimas de todas las edades y unos cuantos animales con muertes impropias de
un país civilizado. Pero, como eso de los toros, es un “bien cultural” y “muy
español”, pues que no decaiga la cosa.
También por aquí, a trescientos y pico kilómetros
de donde vive Doña Cecilia, los imbéciles aumentan. Energúmenos, armados con un
garrote, con una navaja, o un spray de pintura, esto si que debería llevar un
IVA del mil por cien, se lanzan a las calles a ver lo que pillan. Les importa
todo un pito. Es destruir por destruir, manchar por manchar. No distinguen
entre un bidón de plástico y un monumento histórico, Lonja, Torres de Serranos
y Quart, lo que sea. Tanto les da disparar en la play, que andar a garrotazos
con las estatuas de Viveros. Son incapaces de darse cuenta que destruyendo, se
destruyen.
Pero esto en Valencia, ya no es noticia. Por
repetido. Ni el olor a orines de algunos barrios, ni la falta de limpieza, ni
el abandono. En Valencia todo el mundo campa a sus aires. Y el Ayuntamiento, de
vacaciones, desbordado, endeudado, desmotivado, sin ideas, con la dirección
pensando en mega-cosas, sin resolver el día a día, a la espera de no se que.
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