En el verano del 2011, ya éramos pobres, pero
creíamos que la cosa era pasajera, por entonces se decía que si se recuperaban algunos
objetos, que nos acompañaron en los años de abundancia, se frenaría el “mal de
ojo” que nos había caído en los últimos años zapateriles.
Allá, que se organizaron equipos de recuperación,
para ir a la busca de las pegatinas “Contamos Contigo”, de los “No Corras”, de
los perritos que echados en la bandeja del coche, dando “cabotaes”, siempre nos decían que sí, de los almohadones
con rosetones de punto que tejían las madres, de los mofletudos Garfield pegados
a la ventanilla trasera, de los Elvis, tan horteras como el original, que
bailaban encima de los salpicaderos, de los enormes dados-fosfo-cantarines de
fieltro que cubrían la mitad de la visibilidad delantera, de las gitanas de
larga cola, de los toros banderilleados que lucían su arte sobre los
televisores patrios. ¿Y las bacas, adonde fueron a para las bacas?
Nada se encontró. Hay modas que cuando pasan, se
volatilizan.
Este año, se han vuelto a organizar equipos de
rescate, es tan tentadora la palabra, pero este verano se ha querido ir más al
grano, a la búsqueda de lo que importa de verdad, nada de “males de ojo”, de
“un poco más de suerte”, de “mal fario”, para eso ya están los comentaristas de
los “éxitos” en las olimpiadas londinenses.
Ya que se va a buscar, que sea lo que importa: la
pasta, el pastonazo, los billetes, los millones de euros, que en unos muy
hábiles juegos de manos, han volado de nuestra vista a unos bolsillos sin
fondo. Nada por aquí, todo para allá, ¡et voilá!. Ni Juan Tamariz, ni David
Copperfield, ni el Gran Houdini se pueden equiparar a los artistas de la CAM,
Bankia, EMARSA, Banco de Valencia, Noos, vos y lo que quiera cada uno añadir y
que a mi se me haya escondido en la memoria.
Ésta va a ser más que misión imposible, es más
fácil que regresen los garfields, los elvis, los no-corras, los sancristobal, los
almohadones, los dados, las herraduras y los perritos, que un solo euro, uno
tan solo, sea devuelto al punto de donde nunca debió de salir, porque los euros
voladores, como las modas, se han volatilizado.
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