No sé que me ha impactado más, si el retorno a lo
de la falta de testículos de uno de los leones del Congreso de los Diputados,
sito en Madrid naturalmente, o la imagen, todo sea por una eterna campaña
electoral, del President Fabra, subido en un autobús de la EMT de Valencia,
haciendo como que “picaba” un bono-móvil.
Lo de la ausencia de genitales de uno de los fieros
guardianes del sacrosanto edificio de la Carrera de San Jerónimo, en Madrid por
supuesto, ya es para nosotros los españoles, como lo del monstruo del Lago
Ness, allá en la casquivana Escocia, que aparecen y desaparecen, el gigantesco saurio
y los leoninos testículos, tan pronto como traspasamos el solsticio de verano.
Los vaivenes, los enredos de la instalación de
los leones, Daoiz y Velarde o Hipónemes
y Atlanta, no tienen desperdicio, historias del Siglo XIX que se repiten
en el XXI. Lo chusco y las corruptelas no nos han abandonado desde los tiempos
de María Castañeta. Solamente con ese par de esculturas, Arjona y García
Berlanga hubieran hecho una película. En los USA, con menos, te hacen una serie
con cuatro o cinco temporadas.
Ver a Fabra, picando en el bus, ya es como de
ciencia ficción, no por el uso de las nuevas tecnologías, y si porque Alberto
Fabra no debe de haber subido a un transporte público desde sus años mozos,
entendiendo que el coche oficial, aunque se pague con dinero público, no es
transporte público.
Pero hay que llenar una agenda vacía de fondo y
forma. No queramos que el President, pierda el tiempo con una insistente
reclamación de financiación para esta Comunitat abandonada, o vigilando qué
está sucediendo con la venta del Valencia C.F. s.a.d., venta en la que están
involucradas además de la Fundación, el Ayuntamiento de Valencia y la
Generalitat Valenciana, un proceso de venta, con unas consecuencias que pueden
llegar a ser terribles en la desilusionada, desmoralizada, sociedad valenciana.
He comenzado hablando de testículos y he
acabado aquí, debe de ser cosa del subconsciente.
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