Que
Mislata, sea el municipio español más densamente poblado, es un hecho que al
conseller de Sanidad del gobierno valenciano, parece importarle más bien nada. Igual no lo sabe.
Que
Mislata, con 50.000 habitantes, solo disponga de un médico de urgencias,
tampoco le quita el sueño a nadie más que a esos cincuenta mil posibles
pacientes.
Que
Mislata, insisto en sus 50.000 habitantes, solo disponga de una ambulancia SVB
y que si se solicita un SAMU, esta asistencia tenga que acudir desde Manises,
tiene muchas narices.
Que
en Mislata, fallezca una señora, hace unos días, a doscientos metros de un
centro de especialidades, a las nueve de la mañana, por la falta de atención de
una ambulancia, tiene muchos, pero que muchos bemoles. Morir es una putada,
pero morir junto a la valla de un centro hospitalario por falta de asistencia,
aun es mucho más.
Que
la Consellería de Sanidad, juez y parte, diga que no se va a abrir ninguna
investigación por lo sucedido, tiene muchas criadillas.
Que
parte de la población de Mislata tenga enfrente, fachadas frente a fachadas,
cruzar la avenida del Cid, el Hospital General de Valencia y sin embargo esta
población tenga el Hospital de Manises, a varios kilómetros y con un tráfico
denso, plagado de semáforos, como hospital de referencia, demuestra que la reestructuración del mapa
sanitario en el Área Metropolitana de Valencia, les ha importado un pito a los
gobiernos de Camps y de Fabra.
Esta
irracionalidad existente basada en que tanto da cuatro que veinticuatro, que a
los pacientes tengan que hacer kilómetros para ser atendidos, refleja una
situación como provisional, pero esa provisionalidad, la de aquí, ya lleva unos cuantos años a cuesta.
En
el momento que Camps tuvo la flash de que se construyese un mega hospital en
los terrenos de Malilla, en ese mismo momento, o incluso un poco más tarde,
cuando se colocó la primera piedra del hipercomplejohospitalario, entonces
debería de haberse constituido una comisión en Sanidad, que elaborase el nuevo
mapa sanitario imprescindible a partir de la puesta en funcionamiento del nuevo
hospital.
Pero
no se hizo, ni se está haciendo, es muy complicado y la vida no está para ir
calentándose la cabeza innecesariamente, la redistribución de los pacientes
puede provocar algún conflicto y es mejor no menearlo. Es mejor inaugurar,
deprisa y corriendo, inauguraciones tipo Lliria, aunque no estén ni acabados, aunque
las camas sean prestadas y ausentes los servicios elementales.
Este
pasado fin de semana, el conseller de Sanidad del gobierno valenciano declaró:
“Si Fabra me ofreciera ir en la lista, le pediría unos días para pensármelo”.
Usted vaya pensándolo, señor conseller, me parece que la población de Mislata
ya lo tiene pensado, y lo del Mapa, ¡bah¡
ya lo solucionará quien venga detrás.
Por cierto ¿Qué corbata me combina mejor?
Publicado en Las Provincias 11 Marzo 2015
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