Hay por aquí tal tufo a carne achicharrada, que
ni los fuertes vientos consiguen despejar. Se está chamuscando algo en la
lumbre. ¿Cuántas manos se han puesto en el fuego?. ¿Cuántas oportunidades de
callar se han perdido?.
Quizás la frase más repetida en los últimos meses
¡Pongo la mano en el fuego por…!. Quizás la frase, la coletilla, más vacía de
cuantas estamos escuchando. Quizás supere a otras en las que se incluyen las
palabras, sobres, conspiración, chantajes, coacciones, inocencia, etc.
No ponga la mano en el fuego. La carne quemada
huele mal y luego curar las llagas supone más gastos para Sanidad, incrementar
los atascos en las puertas de Urgencias.
No ponga la mano en el fuego. Si quiere hacer
patente su ¿absoluta? confianza en otro, solo tiene que decir que pone sus
percepciones trimestrales o anuales como aval de la buena conducta del
individuo que merece su fe ciega incondicional. Caritas, la Casa de la Caridad,
el Cottolengo, le agradecerán el donativo.
No ponga la mano en el fuego, así como así,
porque además a la hora de la verdad no la pondrá, dudará, ¿y si me quemo?, ¿y
si tenía razón Cospedal cuando dijo que cada palo aguante su vela?. No estamos
en el Medioevo con las torturas disfrazadas de juicios de Dios. No estamos en
la Edad Media, aunque con tanta regresión como estamos teniendo, una mañana de éstas
nos despertamos en el Siglo XIII.
No ponga la mano en el fuego, dedique estas
adhesiones sin límite, dedique sus esfuerzos a que se clarifique la situación,
a que salgan a la luz pública todas las sinvergüenzonadas que están minando por
fuera y por dentro a la sociedad española, a que “subterfugios” legales ni
oculten la verdad, ni encubran las mentiras.
Limpieza autentica.
Ponga la mano en el fuego, por y para que todas
las Instituciones españolas recuperen el prestigio que en estos momentos tienen
tan bajo cero.
Ponga la mano en el fuego, para que este País, España, vuelva a
confiar en proyectos de futuro que le rescaten del atormentado presente.
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